domingo, 26 de agosto de 2012

EL ASESINO DEL DOCTOR

      Era un día lluvioso con grandes ráfagas de viento, cuando a la medianoche, aproximadamente 12:40hs, entró la señora del General Fernández a la comisaría tercera de Comodoro Rivadavia a denunciar que en la casa vecina se oían fuertes golpes y gritos. Esto hizo movilizar a los oficiales de guardia hasta el lugar de los hechos.
     Al llegar al lugar, luego de haber recorrido diez cuadras, percibieron un ambiente cálido y angelical donde reinaba la paz y el silencio, donde solo se oían algunas pequeñas voces que provenían de algunas casas en dónde todavía sus habitantes miraban televisión. Los oficiales decidieron golpear la puerta de la que la señora les señaló como “la casa de los golpes”; de allí, salió un viejo señor no muy alto con pijama y pantuflas. Al informarles por qué estaban ahí, el viejo dijo que no había escuchado nada y que hacía varias horas que estaba acostado leyend0. Los oficiales, luego de escuchar este relato, decidieron marcharse.
    Al otro día, volvieron al barrio a preguntar a los vecinos si no habían escuchado ruidos extraños provenientes del interior de la casa de Eusebio, ese era el nombre del viejo. Los vecinos dijeron no haber escuchado nada y que Eusebio era un viejo muy extraño y solitario, que no hablaba con nadie y que pasaba  gran parte del día encerrado en su casa leyendo. Luego de ver que todos los vecinos coincidían en que no habían escuchado nada y que el viejo era muy solitario vuelven a informarle esto al comisario:
-Señor, los vecinos dicen no haber escuchado nada.
-Bueno, igual, por la noche van a ir a recorrer el lugar en un móvil.
      Al llegar la noche, los oficiales de guardia subieron a la camioneta y empezaron a desandar el camino que los depositó en “los naranjos”, ese era el nombre del barrio, al llegar al lugar percibieron que estaba todo muy calmo, a pesar de la intensa lluvia que caía ya hacía varias horas. Cuando pasaron por la casa de Eusebio, observaron que en el patio había una luz que les llamó la atención. Entonces, decidieron golpear para preguntar qué es lo que ocurría.
     Al abrir la puerta, observaron que el viejo estaba todo mojado como si hubiese estado afuera varias horas.
-Buenas noches.
-Buenas noches,- dijo el viejo- ¿qué los trae por aquí?
-¿Queríamos saber por qué tiene la luz de su patio prendida?
   Este vaciló un rato y luego respondió:
-La prendí porque estoy destapando una canaleta que se encuentra tapada con hojas y no deja pasar el agua.
Los oficiales, un poco pensativos pero al fin satisfechos por la respuesta, dijeron:
-¿Necesita ayuda don Eusebio?
-No, muchas gracias- dijo el viejo y despidió a los oficiales muy gentilmente.
   Los señores subieron nuevamente al móvil y siguieron con su recorrido viendo que todo estaba muy tranquilo.
   De repente, recibieron un llamado que provenía de la casa del General Fernández, era la señora de este. Decía que veía  al viejo en su patio hacia ya varias horas, y que ella no veía muy bien porque la tapaba el paredón de su casa pero algo raro estaba pasando.
   Los oficiales al escuchar esto retomaron su camino hasta la casa del viejo, se bajaron de su móvil y sin golpear abrieron la puerta de una patada. Ya dentro de la casa pudieron observar que poseía varias antigüedades como cuadros de Picasso y Berni y también armas de fuego como pistolas, fusiles y una escopeta que tenía todas las señales de haber sido usada hace muy poco tiempo.
   Al llegar a la puerta del patio, también de una patada la abrieron y vieron a Eusebio que estaba tapando un pozo en el medio de su patio debajo de un roble que parecía muy añejo.         Eusebio estupefacto no sabía qué hacer.

-¿Qué está haciendo? -dijeron los oficiales con voz alta y gruesa.

El viejo seguía inmóvil sin saber que decir.

Los oficiales se acercaron al lugar y observan que, en el interior del pozo, había algo muy raro; al fin pudieron distinguir, a pesar de la intensa lluvia, que se trataba de un cuerpo humano. Muy sorprendidos decidieron esposar al autor del hecho y llamaron a la comisaría para informar de lo sucedido.

Al llegar al lugar, los peritos policiales desenterraron el cuerpo y luego de varios análisis descubrieron que era Jacinto Segundo Martínez, un doctor de Comodoro Rivadavia, hijo de doña Josefa y don José Martínez, los cuales habían sido vecinos del barrio y que, según dicen, desde que aparecieron siempre tuvieron  problemas con Eusebio porque, varias veces, Jacinto le había querido robar la colección de armas de su finado padre, que poseía en el living y que para el viejo eran muy importantes.

Es por eso que se cree que Eusebio terminó con la vida del doctor, luego que este fuese a su casa a revisar su estado de salud.

 A Eusebio por el crimen lo condenaron a cadena perpetua, aunque no estuvo mucho en prisión ya que murió por una grave enfermedad. Y, desde entonces, en la casa se escuchan extraños ruidos por las noches, se dice que son los espíritus de Eusebio y Jacinto aunque nadie hasta la actualidad se animó a entrar y revisar la casa.
PABLO OLGUIN, 5º 4º, 2012

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