Al llegar al lugar, luego de
haber recorrido diez cuadras, percibieron un ambiente cálido y angelical donde
reinaba la paz y el silencio, donde solo se oían algunas pequeñas voces que
provenían de algunas casas en dónde todavía sus habitantes miraban televisión.
Los oficiales decidieron golpear la puerta de la que la señora les señaló como
“la casa de los golpes”; de allí, salió un viejo señor no muy alto con pijama y
pantuflas. Al informarles por qué estaban ahí, el viejo dijo que no había
escuchado nada y que hacía varias horas que estaba acostado leyend0. Los
oficiales, luego de escuchar este relato, decidieron marcharse.
Al otro día, volvieron al barrio a preguntar a
los vecinos si no habían escuchado ruidos extraños provenientes del interior de
la casa de Eusebio, ese era el nombre del viejo. Los vecinos dijeron no haber
escuchado nada y que Eusebio era un viejo muy extraño y solitario, que no
hablaba con nadie y que pasaba gran
parte del día encerrado en su casa leyendo. Luego de ver que todos los vecinos
coincidían en que no habían escuchado nada y que el viejo era muy solitario
vuelven a informarle esto al comisario:
-Señor, los vecinos dicen no
haber escuchado nada.
-Bueno, igual, por la noche
van a ir a recorrer el lugar en un móvil.
Al llegar la noche, los
oficiales de guardia subieron a la camioneta y empezaron a desandar el camino
que los depositó en “los naranjos”, ese era el nombre del barrio, al llegar al
lugar percibieron que estaba todo muy calmo, a pesar de la intensa lluvia que caía
ya hacía varias horas. Cuando pasaron por la casa de Eusebio, observaron que en
el patio había una luz que les llamó la atención. Entonces, decidieron golpear para
preguntar qué es lo que ocurría.
Al abrir la puerta,
observaron que el viejo estaba todo mojado como si hubiese estado afuera varias
horas.
-Buenas
noches.
-Buenas
noches,- dijo el viejo- ¿qué los trae por aquí?
-¿Queríamos
saber por qué tiene la luz de su patio prendida?
Este
vaciló un rato y luego respondió:
-La prendí
porque estoy destapando una canaleta que se encuentra tapada con hojas y no
deja pasar el agua.
Los
oficiales, un poco pensativos pero al fin satisfechos por la respuesta, dijeron:
-¿Necesita
ayuda don Eusebio?
-No,
muchas gracias- dijo el viejo y despidió a los oficiales muy gentilmente.
Los
señores subieron nuevamente al móvil y siguieron con su recorrido viendo que
todo estaba muy tranquilo.
De
repente, recibieron un llamado que provenía de la casa del General Fernández,
era la señora de este. Decía que veía al
viejo en su patio hacia ya varias horas, y que ella no veía muy bien porque la
tapaba el paredón de su casa pero algo raro estaba pasando.
Los
oficiales al escuchar esto retomaron su camino hasta la casa del viejo, se
bajaron de su móvil y sin golpear abrieron la puerta de una patada. Ya dentro
de la casa pudieron observar que poseía varias antigüedades como cuadros de
Picasso y Berni y también armas de fuego como pistolas, fusiles y una escopeta
que tenía todas las señales de haber sido usada hace muy poco tiempo.Al llegar a la puerta del patio, también de una patada la abrieron y vieron a Eusebio que estaba tapando un pozo en el medio de su patio debajo de un roble que parecía muy añejo. Eusebio estupefacto no sabía qué hacer.
-¿Qué
está haciendo? -dijeron los oficiales con voz alta y gruesa.
El
viejo seguía inmóvil sin saber que decir.
Los
oficiales se acercaron al lugar y observan que, en el interior del pozo, había
algo muy raro; al fin pudieron distinguir, a pesar de la intensa lluvia, que se
trataba de un cuerpo humano. Muy sorprendidos decidieron esposar al autor del
hecho y llamaron a la comisaría para informar de lo sucedido.
Al
llegar al lugar, los peritos policiales desenterraron el cuerpo y luego de
varios análisis descubrieron que era Jacinto Segundo Martínez, un doctor de
Comodoro Rivadavia, hijo de doña Josefa y don José Martínez, los cuales habían
sido vecinos del barrio y que, según dicen, desde que aparecieron siempre
tuvieron problemas con Eusebio porque,
varias veces, Jacinto le había querido robar la colección de armas de su finado
padre, que poseía en el living y que para el viejo eran muy importantes.
Es
por eso que se cree que Eusebio terminó con la vida del doctor, luego que este
fuese a su casa a revisar su estado de salud.
A Eusebio por el crimen lo condenaron a cadena
perpetua, aunque no estuvo mucho en prisión ya que murió por una grave enfermedad.
Y, desde entonces, en la casa se escuchan extraños ruidos por las noches, se
dice que son los espíritus de Eusebio y Jacinto aunque nadie hasta la
actualidad se animó a entrar y revisar la casa.
PABLO OLGUIN, 5º 4º, 2012
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