martes, 14 de agosto de 2012

SOÑAR DESPIERTO

                      Era aquel sitio donde uno soñaría por siempre. Así  lo sabía el pequeño enano que por meses lo buscaba, sin siquiera saber si existía o no. En su trayecto, contemplaba el paisaje, guardaba en sus sueños lo más bello. Por ello, al vaguear durante horas, debía soñar una forma de almacenamiento.    
                      Quizás el ambiente, aunque sea vivo, cobraba más vida y movimiento para el pequeño. En su mundo, las flores lo envolvían y le arrojaban su bello perfume. Las aves lo llevaban de recorrido por las nubes, estas sin presumir su majestuosidad, les cedían el paso. La Luna, su toque sobre las montañas era magnífico, precisamente en invierno, donde reflejaba al increíble Sol, mostrando la totalidad de las constelaciones:
                   “Noche y día estoy mirando flotar delante de mis ojos aquellos pliegues de una tela diáfana, que intenta mostrarme algo, por detrás de las colinas “.
                     Soñó, hasta que la Luna estuviese llena. De esta forma, observaría mejor el camino. Toda una larga noche para quedar enfrentado a una robustosa planta. A un paso interrogativo, se adentró en ella, su rostro cambio completamente, no podía creer lo que veía, su mundo no había conocido semejante paraíso, allí habitaban las deidades de estos bosques.
                   El enano decidió dormir en una bella pradera, para poder recordar sus sueños en un futuro.
                   Al día siguiente, este no despertó, tramposo ese arbusto, que lo envenenó sin rencor.


                                  Facundo Casales,2012, 5º3º                                                        

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